top of page
Buscar

Estudio de un retrato del Arzobispo Joaquín Company

  • Foto del escritor: Admin
    Admin
  • 5 feb 2018
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 17 jul 2018

Actualmente estamos viviendo en un siglo de revolución en el campo de la historia del arte. Nos encontramos en una época dónde ya no vale dar por sentada la autoría de una pieza sólo por la opinión de un experto o por sus características formales y técnicas, porque estas nos pueden -y nos han conducido- en numerosas ocasiones a caer en un juicio erróneo. Hoy, en el área de la historia del arte, la ciencia nos sirve como herramienta fundamental para detectar una falsificación, un dibujo subyacente, una firma oculta y un largo etcétera de conclusiones importantísimas. De esta forma, en este Máster se procura llegar a conclusiones con una base sólida y concisa que responda a todas las incógnitas sobre la obra y su autoría.

La obra que se estudia en esta ocasión, procedente de una colección privada, es una pieza que nos llega con atribución al pintor Francisco de Goya y Lucientes.


Cualquier estudio sobre una pieza de arte debe abordarse, hoy en día, desde una visión multidisciplinar en dónde se de respaldo a las conclusiones extraídas del estudio documental del retrato a través de las diferentes pruebas científicas que a día de hoy se pueden ejecutar en una obra de arte.


El retratado corresponde a Fray Joaquín Company y Soler, natural de Penáguila, nacido en enero de 1732, preconizado Arzobispo de Zaragoza en 1797 y en noviembre de 1800 trasladado a la archidiócesis de Valencia.



Apoyándonos en la documentación referente a los catálogos y libros escritos sobre Goya y también al retrato que realizó del Arzobispo Joaquín Company, podemos comprobar que sólo se documenta una única obra del artista conservada en el Palacio Arzobispal de Zaragoza, y una copia destinada a la Sala Capitular de la Iglesia de San Martín de Valencia que se perdió o se destruyó en 1936 durante la Guerra Civil Española. Algunos autores tuvieron dudas sobre qué obra era la autógrafa de Goya, si la obra zaragozana o la valenciana, aunque estas dudas concluyeron con el descubrimiento de la firma de Goya en el billete de la primera. De esta copia solo se conserva una fotografía en la cual podemos ver al retratado de la misma forma pero con la banda de Carlos III, lo que permite datarla más allá de 1804.

Debido a que solo conservamos la obra del Palacio Arzobispal de Zaragoza es, fijándonos en ella que podemos establecer una comparación estilística y formal entre ambas. Las diferencias con la fisonomía entre las dos son patentes a simple vista: Fijándonos solamente en la cara de la obra zaragozana podemos ver que se trata de un retrato más realista, no se intenta dulcificar la expresión ni dotar al protagonista de perfección anatómica. En este retrato es palpable la personalidad del artista que dota al carácter de personalidad propia, hay una gran plasticidad en la forma de tratar la pintura y es, en definitiva, una versión más colorista, atrevida y expresiva. En cambio, la cara del Arzobispo de la obra estudiada durante el Máster, es una versión más estereotipada, más correcta y de formas más arquetípicas, propias de un autor con menos soltura a la hora de ejecutar la pieza.


La obra en estudio fue sometida a un examen técnico estándar que incluyó diferentes técnicas no invasivas, realizadas bajo radiaciones visibles -fotografía digital con luz blanca, con luz oblicua y microscopía USB- y otras realizadas bajo radiaciones invisibles al ojo humano como la fluorescencia ultravioleta, la reflectografía infrarroja y los rayos X. Por último, se le realizó un análisis mediante espectroscopia RAMAN para determinar los pigmentos utilizados en diferentes partes de la pieza y su antigüedad.

De todas estas pruebas, se concluye que la pieza estudiada se puede fechar entre finales del s. XVIII o principios del s. XIX y que la paleta cromática corresponde muy bien con el reducido abanico de pigmentos que utilizaba Goya en sus obras y, por tanto, es un elemento que nos puede conducir a un artista que conocía la obra de Goya y su manera de trabajar.


Otro elemento destacado en la pieza y que merece una mención, es el de las inscripciones de la parte inferior de las dos obras: En ambos retratos se encuentra una inscripción que explica quién es el representado. La caligrafía que encontramos en la obra estudiada en el máster presenta un tipo de letra muy diferente a la original de Goya, aunque es un aspecto que debe ser revisado por un experto.


En resumen, la obra se adecua al gusto de la época y pudo ser concebida en años cercanos a la obra del Palacio Arzobispal de Zaragoza. Puede tratarse de una obra producida en los primeros años del s. XIX por un autor que dominaba la técnica y conocía la paleta pictórica de Goya y que, probablemente tomó su modelo de la obra del Palacio Arzobispal de Zaragoza. La falta de vivacidad a la hora de aplicar la pintura y la diferencia estilística con la obra zaragozana, sumado a la falta de constancia documental sobre otras copias de la obra, nos impide afirmar que se trate de una obra autógrafa de Francisco de Goya. Aún así, es interesante el estudio de una posible firma en el billete y del nombre del pintor aragonés en el pie de la obra.


 
 
 

Comments


© 2023 by The Artifact. Proudly created with Wix.com

bottom of page