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Las cosas, a veces, no son lo que parecen

Actualizado: 17 jul 2018

Delante de una obra de arte vista por primera vez, se tiende a relacionarla con todo aquello que nos es conocido según el bagaje cultural que se tenga. Este procedimiento lo realizamos inconsciente y constantemente en nuestras vidas.

En este caso, nos encontramos delante de un óleo sobre lienzo de pequeño formato en el que se representa un apóstol al estilo de El Greco. Aparenta un estado de conservación en consonancia con la época en la que estaríamos encasillando la pintura (en torno al siglo XVI-XVII). No obstante, a veces las cosas no son lo que parecen. El estudio y los análisis de la pintura nos revelan su historia.


Empezamos por la iconografía:

Tenemos a un hombre de pelo y barba oscuros, vestido con una túnica azul y un manto rojo que mira ligeramente a su izquierda. Suponiendo que es de El Greco, comparamos sus series apostólicas con nuestra pintura y encontramos un personaje con el que podría encajar. Un hombre de iguales características y similar postura. Santo Tomás es el apóstol incrédulo que tocó las heridas de Cristo para creer en su resurrección y el que podría estar representado en el cuadro. Primera incongruencia: el personaje de nuestra pintura levanta la mano izquierda, mientras que en la imaginería cristiana la mano utilizada es siempre la derecha y el Maestro siempre representó a Santo Tomás de la forma tradicional.


El examen formal y estilístico y la comparación con los grecos autógrafos:

Confirma que no se trata de una de sus pinturas. Compositivamente son parecidas: personaje en primer plano y fondo normalmente oscuro, aunque en ocasiones con paisaje o cielo, como en nuestra pieza.

A partir de aquí, encontramos muchas otras incongruencias: hay grandes diferencias en el tratamiento de la luz y el color. Mientras que en los grecos la iluminación proviene de un foco intenso que produce colores vivos, brillantes y saturados, en nuestra pintura tenemos una luz difusa y unos colores apagados, desaturados y poco intensos. Estilísticamente el modelado y la pincelada del pintor de nuestro apóstol son relamidos,

contorneando perfectamente las facciones y las telas una y otra vez, muy al contrario de la soltura y vibración que desprende la pincelada de El Greco. De estos resultados se concluye que no es una pintura de El Greco, pero pudiera ser de su círculo. Sigamos para descubrir los sorprendentes resultados.


Una vez analizada la parte histórico-artística, se somete a la pintura a un análisis técnico que complementa y desarrolla su conocimiento


Un estudio multiespectral nos desvela lo que no es visible a los ojos:

Nos centraremos en los resultados más significativos.


Las fotografías de luz infrarroja muestran el trabajo de grisalla y veladuras (en este caso con lacas) con el que se han construido los pliegues de los ropajes en la pintura en estudio. Esto confirma definitivamente que El Greco no pintó esta obra, puesto que él no trabajaba así, pese a que se trate de una técnica muy utilizada en la pintura de la época.








Uno de los análisis enormemente revelador suele ser la observación con lupa digital. En este caso, visualizar la superficie pictórica aumentada revela que los craquelados están dibujados a pincel con trazos muy finos. En un análisis a simple vista ya parecían no concordar estructuralmente con los que se darían en un envejecimiento natural, así que ya sospechábamos de ellos. La imitación de las craqueladuras nos da muchas pistas del tipo de obra que tenemos entre manos.


Por otro lado, observando una pérdida que llega hasta la tela, la lupa digital también permite determinar aproximadamente las capas de pintura que componen la obra. En este caso se ve la tela de trama de tafetán simple sobre la que se asienta una capa de imprimación de tono marrón casi negro. Encima de la imprimación se encuentra una primera capa de pintura (en la zona observada de color verde esmeralda) y sobre ésta una segunda capa pictórica de color verdoso mucho más claro, la que se ve en superficie. Ver dos estratos pictóricos de tonos tan diferentes, sobretodo cuando el inferior es mucho más oscuro, hace pensar que podríamos tener una pintura sobre otra. La siguiente técnica que se ha utilizado sirve para confirmar si estamos en lo cierto.


El estudio radiológico deja a la vista ciertas patologías (pérdidas de capa pictórica que en la imagen radiográfica se ven como líneas o manchas más oscuras) en la zona del hombro y el pecho derecho y la zona de la mano izquierda del personaje. Estas pérdidas no forman parte de la capa de pintura de la superficie ya que se verían perfectamente a simple vista. Esto significa que se encuentran en la capa subyacente, la de color verde esmeralda, que ya se había detectado con la lupa digital.



Por último, los análisis por espectroscopia Raman muestran la presencia de dos pigmentos que se comercializan a partir de 1830, el Blanco de Zinc y el Verde de Cromo.


¿Qué podemos deducir de todos estos resultados?

  • Soporte aparentemente antiguo

  • Estilo imitación de El Greco

  • Craquelados dibujados para aparentar antigüedad

  • Pintura moderna sobre otra pintura anterior


A pesar de que la técnica de grisalla y veladuras concuerde con las pinturas de la época de El Greco y que el soporte de tela tenga cierta edad, los otros factores hacen pensar en que se trata de una pintura mucho más moderna, por lo menos del siglo XIX.

Lo cierto es que es extraño encontrar una simulación de la antigüedad a través de la imitación de craquelados y esto, junto a otros pequeños detalles que podréis ver explicados en el video, hacen pensar en procedimientos que tratan de falsear un original para convertirlo en algo aparentemente más valioso, económicamente hablando.





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